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Enseñarás a volar... pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar... pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir... pero no vivirán tu vida. Sin embargo... En cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado. "Madre Teresa de Calcuta"
Desde el Preescolar hasta nuestra carrera universitaria nos encontraremos con unas personas que marcaran nuestras vidas, ya sea de manera positiva o negativa. Quizás recordaremos algunos con temor, rencor, rabia. Probablemente más de uno nos hizo llorar y hasta nos avergonzó. Sin embargo hay esos seres especiales que nos sirvieron de guía e inspiración, que nos retaron a desarrollar nuestra creatividad e iniciativa, que nos motivaron a fortalecer nuestra personalidad y a ser mejores seres humanos. Son esos que nos hicieron sentir importantes, comprendidos, valiosos, que supieron ver nuestras cualidades para realzarlas y nos hicieron conocer nuestros defectos para superarlos, a quienes podemos llamar “MAESTROS”.
La imagen del maestro evoluciona con los tiempos. No puede educar al niño del siglo XXI quien no ha salido del XX. Tiene que estar familiarizado con los recursos y herramientas que el alumno tiene a su alcance. No puede batallar con la tecnología. Tiene que conocerla para ponerla a su servicio. El maestro del siglo XXI es un formador de ciudadanos, capaz de leer los contextos locales y globales que le rodean y de responder a los retos de su tiempo. Es un facilitador que domina su disciplina y que, a través de metodologías activas, ofrece las herramientas necesarias para que los estudiantes comprendan el mundo desde diversos lenguajes, aprendan a vivir con los demás y sean productivos. Cuando estudiábamos entregábamos nuestros trabajos en manuscrito y con información buscada en libros de referencia de la biblioteca del pueblo. Pocos teníamos a nuestro alcance la oportunidad de entregar un trabajo mecanografiado o de tener enciclopedia en la casa. Hoy, se entregan escritos en computadora, impresos y encuadernados y con copias en cd, dvd, mp3 y pen-drives, con presentaciones en “moviemaker” o “powerpoint”, musicalizadas y con efectos especiales. La tecnología trajo consigo un nuevo tipo de analfabetismo, el que conoce el lenguaje informático y el que no lo conoce.
Ser maestro ahora es una obra que está por encima de una gran cantidad de gente, pero ser maestro es también una extraordinaria oportunidad que nos brinda el país, que nos brinda la historia, que nos brinda el momento en que vivimos, porque nuestra función no es la del que cura, no es la del que construye máquinas, no es la del que siembra en los campos, es una obra donde el material es el hombre, es una obra en que la construcción no se eleva para ser vista desde lejos como los rascacielos, ni como el puente que puede ser atravesado por los automóviles, ni como los sembrados que pueden reverdecer y florecer y dar cosechas a un tiempo medido por el agricultor, señalado por la calidad de las semillas. La obra del maestro es una obra de futuro. (…) Por eso los maestros no se pueden desesperar porque ellos son los dueños de la esperanza, porque ellos son los administradores de la fe, los administradores del porvenir y el porvenir será siempre del tamaño de la ambición de un pueblo que crea la escuela para ponerla al servicio de la humanidad. (Prieto Figueroa, 1968, p. 247).
La imagen del maestro evoluciona con los tiempos. No puede educar al niño del siglo XXI quien no ha salido del XX. Tiene que estar familiarizado con los recursos y herramientas que el alumno tiene a su alcance. No puede batallar con la tecnología. Tiene que conocerla para ponerla a su servicio. El maestro del siglo XXI es un formador de ciudadanos, capaz de leer los contextos locales y globales que le rodean y de responder a los retos de su tiempo. Es un facilitador que domina su disciplina y que, a través de metodologías activas, ofrece las herramientas necesarias para que los estudiantes comprendan el mundo desde diversos lenguajes, aprendan a vivir con los demás y sean productivos. Cuando estudiábamos entregábamos nuestros trabajos en manuscrito y con información buscada en libros de referencia de la biblioteca del pueblo. Pocos teníamos a nuestro alcance la oportunidad de entregar un trabajo mecanografiado o de tener enciclopedia en la casa. Hoy, se entregan escritos en computadora, impresos y encuadernados y con copias en cd, dvd, mp3 y pen-drives, con presentaciones en “moviemaker” o “powerpoint”, musicalizadas y con efectos especiales. La tecnología trajo consigo un nuevo tipo de analfabetismo, el que conoce el lenguaje informático y el que no lo conoce.
Ser maestro ahora es una obra que está por encima de una gran cantidad de gente, pero ser maestro es también una extraordinaria oportunidad que nos brinda el país, que nos brinda la historia, que nos brinda el momento en que vivimos, porque nuestra función no es la del que cura, no es la del que construye máquinas, no es la del que siembra en los campos, es una obra donde el material es el hombre, es una obra en que la construcción no se eleva para ser vista desde lejos como los rascacielos, ni como el puente que puede ser atravesado por los automóviles, ni como los sembrados que pueden reverdecer y florecer y dar cosechas a un tiempo medido por el agricultor, señalado por la calidad de las semillas. La obra del maestro es una obra de futuro. (…) Por eso los maestros no se pueden desesperar porque ellos son los dueños de la esperanza, porque ellos son los administradores de la fe, los administradores del porvenir y el porvenir será siempre del tamaño de la ambición de un pueblo que crea la escuela para ponerla al servicio de la humanidad. (Prieto Figueroa, 1968, p. 247).
Gracias le doy a mis “MAESTROS” porque ayudaron a mis padres a convertirme en el hombre que soy y a todos mis estudiantes por permitirme ser el maestro que fui.
Un abrazo gigante a todos mis ex estudiantes que hoy son maestros y profesionales de diversas áreas.
Un beso a mi esposa por ser mi colega preferida.
Un beso a mi esposa por ser mi colega preferida.
Feliz día a todos mis compañeros y compañeras por compartir la misma lucha.
"El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender; no al que manda a aprender, ni al que aconseja que se aprenda. El maestro que sabe dar las primeras instrucciones, sigue enseñando virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender".
"El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender; no al que manda a aprender, ni al que aconseja que se aprenda. El maestro que sabe dar las primeras instrucciones, sigue enseñando virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender".
"Simón Rodríguez"
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